sábado, 29 de marzo de 2014

De viaje por Rosario (o un rosario de viajes)

De nuevo con la mochila en la espalda, dejo la cuna del candombe para iniciar el viaje de regreso a Lima, desde donde volaré en un mes de vuelta a mis pagos; más de 4000 km. por delante, parte de los cuales pienso quitarme de encima en pocos días. Así que empiezo con 10 horas de bus hasta Rosario (Argentina), donde me reencuentro con mis compadres argentinos.
No es hasta última hora que, consultando el mapa, me doy cuenta de que esta ciudad está a orillas del Río Paraná, uno de estos inmensos ríos que cruzan medio continente, como el Uruguay (que junto a su afluente Río Negro acabo de cruzar en el viaje). Y cuál es mi sorpresa cuando me encuentro navegándolo en una lanchita al día siguiente para pasar la tarde en una de sus islas, e incluso manejando la lancha a la vuelta, con los últimos rayos de sol. El colofón a tan grato día es un asadito argentino en la terraza de Tato, con un vinito y algo de guitarreo. ¡Chévere!, o como dirían en Chile, ¡Cuático!

El fin de semana transcurre tranquilamente, con un paseíto en bici por la ciudad, un recorrido por la feria artesana y un mate junto al río mientras el sol despide el día. Incluso hay tiempo para (y esto romperá el halo romántico que más de un* tendrá de mi viaje) para ver un Madrid-Barça: curiosa situación; ¡por lo menos ganó el Barça!
E igual que me acogieron, me despiden con otro asado, esta vez con chorizos para hacer unos choripanes, igualmente acompañados con un vino y seguidos del ya habitual guitarreo.
Así que me voy yendo de aquí con el ánimo bien alto y fuerzas para retomar el mochileo, encantado con los cuidados que me han dado el Tato y el Cuervo (casa, comida, billares, el río,…) y también sus compas (ricas paltas y rico vino).
Me quedan por delante dos días de viaje hasta La Paz: 40 horas de viaje para los 2500 km. que separan ambas ciudades. Una auténtica paliza para estar cuanto antes en Bolivia; allí me encuentro más cómodo y, además, me están esperando.
Compadres, ¡siempre nos quedará Samaipata!




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