lunes, 3 de febrero de 2014

Una de cal y otra de arena (venturas y desventuras en Puno)

Llegar a Puno se convierte en un suplicio, ya que en las últimas horas de bus (desde Arequipa) comienzo a encontrarme mal, y el tramo final de bajar del bus, tomar una combi a la plaza de armas y desde allí encontrar un hostal lo hago muy flojito de fuerzas, ¡y para colmo estamos a 3800 msnm! 
Una vez me instalo y me repongo un poco (primer asalto al botiquín de viaje) doy una vuelta y consigo apalabrar una visita para dentro de 2 días con el guarda a la reserva del Lago Titicaca. No doy para más y aún es peor cuando comienzo con diarrea: ¡NO HAY QUE BEBER DEL CAÑO! Fallo muy tonto, pero en el hostal de Arequipa me dijeron que se podía...

Al día siguiente y cuando mi cuerpo me lo permite, bajo al mercado a por arrocito pa' la tripa, infusiones y algo de fruta, y de paso subo a un cerrito de aquí, el Huajsapata, desde el que se ve todo Puno y parte del lago. Pero rápido tengo que volverme para el hostal y pasar unas horas de reposo...
Ya por la tarde, en otro momento de asueto intestinal me acerco a un bonito malecón junto al lago en el que hay bastantes aves: patos, malvasías, garzas, íbises...¡aunque me dejé los prismáticos! Pero ya tendré mi oportunidad al día siguiente. 

Y así, el jueves me levanto prontito para encontrarme con el guarda del lago y encaminarnos para allá. Tomamos un par de combis y llegamos a Huata, desde donde comenzaremos nuestra caminata. Al llegar al pueblo llueve fuerte y tratamos de encontrar un poncho de plástico, y aunque no hay, la seño de la tienda nos saca un rollo de plástico, nos corta 2 metros y le hace un agujerito: ¡qué artista! suficiente para no calarnos en el momento.
Ya en la caminata todo se pone de cara: al poco de comenzar a caminar deja de llover y empezamos a ver aves, que M. (el guarda) me va identificando (nombre científico y común para más señas), a la vez que me va explicando cosas de la pampa que vamos cruzando: qué es la totora, cómo viven de ella l*s campesin*s que allí viven, cómo se inunda a cada poco y tienen que lidiar con ello, a veces dejando las casas (algunas de las cuales no aguantan y se caen), etc. 
Él va con sus botas de agua y yo, como solo tengo mis botas de montaña, me las voy quitando para cruzar las zonas inundadas que no puedo sortear, pensando a la vez en si no sacaré en una de esas la pierna con alguna sanguijuela o cogeré algún parásito del ganado. Así, llegamos después de casi dos horas a la casa-oficina en la que trabajan y hacen guardias de varios días, tomamos algo y continuamos bordeando el lago en busca del ave endémica de allí: el zambullidor del Titicaca, que por suerte encontramos. 
Magnífica caminata y mejor persona: me acerca en moto hasta el pueblo y espera a que llegue mi combi para volverse a la caseta: hoy empieza su turno de guardia. ¡Un auténtico placer!

Ya en Puno y por la tarde, acabo yendo a la reinauguración del teatro municipal de la que me habían comentado, que comienza con un apestoso acto político de vanaglorias mutuas (en todos lados cuecen habas) y mejora con una obrita de teatro y varias representaciones folklóricas de danzas de Cuzco, Arequipa y Puno. ¡Seguro que a las chicas de Villa Mellizas les habría encantado!
Un colofón estupendo para los 3 días en Puno. Una papa rellena y a dormir. Mañana prontito hacia La Paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario