El leke leke se pasea por la pampa andina escandalosamente, revoloteando por encima de nuestras cabezas. Salen de todas partes a nuestro paso, y algunos incluso aguantan desafiantes a unos metros mientras pasamos a su lado.
Cuentan por aquí que cuando el leke leke chilla por la tarde, hace las veces de meteorólogo de la estepa, augurando malos presagios: esa tarde caerá agua en forma de piedra.
Por eso cuando empieza a bajar el sol y el pajarillo sigue con su cantadera, las gentes del campo levantan la cabeza, fruncen el ceño y siguen a mala gana con la tarea.
Esta tarde el leke leke chilló;
el cielo se ennegreció y piedra cayó;
la papa morada parece que se rompió.
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