miércoles, 29 de enero de 2014

Otra forma de medir distancias (16 h. de Lima a Arequipa)

Ya es hora de emprender viaje por mi cuenta y dejar a la abuelita Luz y la familia (ya a la vuelta les veo, ¿ok?). Toca empezar el camino hacia Bolivia y mi primera parada será Arequipa, a 1000 km. y 16 horas de bus de Lima. Aprovecho para viajar de noche y así ahorrarme el hostel, aunque los asientos de bus no congenian mucho con mi sueño. Ya habrá tiempo si no de hacer macramé o de terminar a Benedetti y su "Primavera..." (gracias hermanita, es bien lindo).
En el bus me encuentro con otras mochileras (argentinas parece) y pienso en acercarme y charlar un poco con ellas, al fin y al cabo voy solo y seguro que me pueden dar algo de información valiosa (hostels baratos, parajes interesantes o tours asequibles). Pero entre mi sueño, su sueño, mi vergüenza a acercarme a la mesita en la que almuerzan en el bar de paso ("Los Abades de Arequipa" jejeje), al final solo intercambio unas pocas palabras al bajar del bus. ¡Maldita vergüenza! no me va a llevar a ningún sitio, así que busco un hostel en Arequipa y allí asalto a una simpática pareja chilena; luego en el freetour de la ciudad conozco a más viajer*s (¡así sí hombre!). Pasamos un par de horas visitando la bonita Arequipa, custodiada por sus cerros y su volcán (en activo) de unos 6000 m., clima serrano diferente al limeño (menos humedo y frío por la noche), disfrutando del rico queso helado (que de queso nada) y del pisco sour. 
Compartimos nuestras experiencias y planes de viaje y así quedo con M. (argentina) en ir junt*s al día siguiente y por nuestra cuenta al Valle del Colca, cosa que terminamos de planificar en el hostel de los mexicanos con un tesito. Ellos tienen planes más ambiciosos: vienen de Colombia y Ecuador y dejan Perú camino de Bolivia con la idea de llegar hasta Patagonia y recorrer toda Sudamérica. ¡Pura y sana envidia! Con suerte nos encontraremos de nuevo en La Paz.
Al día siguiente cumplimos con el plan previsto: a las 5 de la mañana arriba, me encuentro con M. en la plaza de armas y cogemos un taxi a la estación de bus (con su regato correspondiente "7 soles", "no, 5", "ah no! 6", "vine por 5", "vale, 5"). Todo según el plan, llegamos justo para coger el bus, pero "no hay pasajes" para todo el día. ¡Mierda! L*s dos sacrificamos necesarias horas de sueño para nada. Estos malditos tours seguro que han copado los buses para redilear turistas: "bajen; suban; vean qué maravilla; tienen 15 minutos; compren; ¡todo el mundo al bus!" y ya. Nada de caminar por un valle (que dicen es) impresionante, o disfrutar de un ave emblemática como el cóndor. Así que nos sale mal la jugada de ir por libre, pero no pasa nada, cambio de planes: ella a ver los petroglifos de Toro Muerto y yo hacia Puno, a orillas del Titicaca y de camino a Bolivia. Un café de despedida y un "¡buen viaje!" mutuo. A ver si nos reencontramos en Buenos Aires.

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